jueves, 31 de enero de 2013

Se Nóos cae la casa real

En el cuento el príncipe se volvía rana por un encantamiento de alguna bruja, y con el beso de una hermosa princesa volvía a ser príncipe. Aquí se trata de una rana que quiso ser príncipe. Un joven y apuesto deportista que con un brillante palmarés deportivo adquirió fama y notoriedad social. Se ligó a una infanta y se casó con ella. Menudo carrerón hizo el muchacho. De nacer en una charca, aunque hay charcas y charcas, la suya era una charca "bien". Pero de ahí pasó al estrellato deportivo y después a ser yerno del rey. Cenar en el mismo palacio, veranear en el mismo yate, lo más de lo más. Pero entonces llegó el encantamiento, la sensación de que podía hacer lo que le viniera en gana, porque siendo yerno del rey tenía todas las puertas abiertas. Se asoció con otra rana y montaron el chiringuito Nóos. Supongo que tiene que ver con Nostrum, de Mare Nostrum, y como es nuestro pues no es de nadie más. Y se pusieron a trabajar sobre todo con la bruja Camps y con la bruja Matas, expertos en tramas oscuras de manejos dinerarios de un lado para otro. Empezaron su actividad de venta de humo, porque soltaban unos rollos infumables sobre turismo y deporte que aburrían a las ovejas. Eso sí, largaban unas facturas que ponían los pelos de punta. Con tanta charla, tanto humo y tanta factura, un buen día te pillan con el carrito del helado. No había bancos en España?. Había que tener el dinero en Suiza, en Bahamas, en Belice?. Suficientes tropiezos acumula la casa real en los últimos tiempos, como para que la rana que quiso ser príncipe aporte semejante borrón. Cualquier día llaman a la infanta a declarar, porque ella también estaba en la sociedad. De momento el secretario de las infantas también está llamado a declarar el próximo 23F, junto con la rana. El 23F de 1981, que lejos queda el día en que el rey aportó serenidad a la atónita sociedad española que veía un intento de golpe de estado en directo. Este 23F puede ser un golpe para la casa real. Esperaremos acontecimientos, pero la cosa no pinta muy bien para la rana que quiso ser príncipe. Su familia política ya lo quita de las fotos, los ayuntamientos le quitan la calle que le dieron. Ahora con una condena ejemplar puede volver de golpe a su lugar natural, la charca. Una charca con rejas, claro. Y colorín colorado, este cuento ya veremos como acaba.