domingo, 24 de febrero de 2013

Cotorreando

Hay que ver lo escandalosas que son las cotorras que llenan de colorido algunos lugares de Barcelona. Pero a pesar de sus graznidos tan chillones y contínuos, también son muy laboriosas. En estas fechas se las ve a algunas parejas reformando sus nidos, y a otras construyendo su futuro hogar. Como animalitos tropicales que son, habitan en lo alto de las palmeras, que tanto proliferaron en esta ciudad en épocas pasadas. Van volando en grupos de dos, tres o cuatro ejemplares, cotorreando, como una plaga que aporta color y sonido al paseo callejero. Un día me dí cuenta que venían a posarse en las ramas de los plataneros, que en esta época aún están desnudos. Y con asombro me dí cuenta que con su pico curvado enpezaban a serrar las ramas más finas del árbol. Cuando la rama está cortada del todo y sujeta con el pico, emprende vuelo y se la lleva al nido. A veces, a alguna le pasa que cuando acaba de cortar la rama, no la tiene bien agarrada y se le cae al suelo, a la calle. Se queda sorprendida y con cierta decepción después del esfuerzo, pero se cambia de rama y empieza de nuevo el trabajo. Asombroso!, que hábiles y que listas que son.

Algo semejante hacen nuestros políticos, cotorrear y cotorrear. Y además también son una plaga. Si no me fallan las cuentas tenemos 18 parlamentos, ni más ni menos. Toma ya democracia!. Otra cosa es su efectividad y eficacia, porque como dice el refrán: Entre todos la mataron y ella sola se murió (España). O dicho de otra manera, en argot marinero como le gusta al Sr. Artur Mas, podríamos decir que "Para llevar el barco a la deriva, no hace falta tanto marinero". Una y otra vez hemos visto ejemplos del trabajo de sus señorías en los hemiciclos. En los plenos les gusta mucho aplaudir y lo hacen a rabiar, a los suyos. También les gusta dar golpecitos haciendo ruido y abuchear, a los otros. En sesiones más aburridas, la cosa cambia. Si tuvieron una mala noche, dan una cabezadita. Algunos aprovechan para leer el periódico. Algún otro si tiene las uñas largas, aprovecha para cortárselas. Otros utilizan la tecnología que su parlamento respectivo pone en sus manos para twitear, facebookear, enviarse emails con su señoría de 4 filas más allá, o planificarse las vacaciones fisgoneando por internet. Todo muy constructivo y de especial interés para la ciudadanía.